Sevilla es una ciudad laboriosa que se cuida a sí misma con un mimo que la mantiene eternamente bella. La urbe es siempre transitada en toda época por un incesante río de gentes que dan vida y hacen vida en la calle.
Hay un dicho popular que sentencia: “Quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla.”
Ciertamente cualquier persona de mundo puede corroborar esto visitándola y viendo in situ la monumentalidad de sus palacios, sus edificios, sus parques, sus jardines, sus miles de rincones, sus patios callados de oculta belleza, su delicioso urbanismo trazado con la sabiduría del paso de los siglos. La Sevilla histórica es así, nos ofrece siempre la misma estampa año tras año, siglo tras siglo, inmutable, conservando intacto ese embrujo, ese duende, ese color especial, ese olor a azahar, ese río Guadalquivir de vistoso azul cielo, esa Torre del Oro tan majestuosa, esa hermosa catedral con su Giralda que se asoma al cielo pero sin hacerle daño como esos rascacielos de las Megápolis . Hay millones de libros que hablan de sus innumerables monumentos, intentar abarcarlos todos en esta humilde y cortito artículo es un despropósito.
Os recomiendo un par de libros:
Sevilla Eterna de Ortiz Muñoz, Luis y prólogo de Florentino Pérez Embid.
Sevilla Oculta de Guadalquivir ediciones.Os recomiendo un par de libros:
Sevilla Eterna de Ortiz Muñoz, Luis y prólogo de Florentino Pérez Embid.
Sevilla es una ciudad de encuentro de culturas, fue el puerto y la puerta de nuestras Américas, de África, de Filipinas… de todo el orbe. Sus gentes son amables, cosmopolitas, acogedoras, hospitalarias con todo el que llega sin preguntar de dónde viene. Aquí todos sois bienvenidos.
Un saludo con alegría desde Sevilla.